Si tienes amplios conocimientos sobre una materia y no sabes expresarlos de modo eficaz al hablar en público, es como si estuvieras mudo.
En demasiadas ocasiones he comprobado cómo profesionales brillantes, incluso catedráticos de universidad y jefes de departamentos universitarios, no eran capaces de resumir en un par de folios o en cinco minutos hablando en público algún aspecto concreto de esos maravillosos conocimientos.
Para saber escribir de modo eficaz, y con palabras sencillas, para que todos lo entendamos, acerca de un proyecto de investigación, hay que ser muy inteligente y hay que saber tener un buen dominio del lenguaje.
Del mismo modo, se necesita saber comunicar con eficacia para pronunciar una breve charla o conferencia en la que un investigador, por ejemplo, sea capaz de ponerse en el lugar del público al que va a hablar, sea consciente del nivel cultural e intelectual de esas personas y sepa adaptar sus palabras, sus frases y las ideas que expresa, al objetivo de que le entiendan perfectamente.
Quien sabe hacer eso de forma adecuada, con sencillez, empatía, naturalidad y brillantez, consideramos que es un buen divulgador. Y, por desgracia, no abundan los buenos divulgadores. Es una formación que debe comenzar desde la infancia, como en los países anglosajones, y que debe desarrollarse en la vida universitaria, para alcanzar su plenitud en la vida profesional. El buen comunicador se hace a base de práctica y esfuerzo, sobre la base de una sólida formación.
Hace muchos años, un amigo, científico y periodista, se ocupaba de una sección de divulgación científica en un periódico local. Me contó con asombro que, en ocasiones, visitaba a investigadores, jefes de departamentos universitarios, para que le contaran los temas sobre los que estaban investigando, y cuando les pedía que escribieran un artículo de cuarenta líneas explicando para el gran público esa investigación, le respondían, casi ofendidos e indignados, que ellos no escribían menos de veinte páginas. Pero, claro, eso es normal en una comunicación para un congreso, o para una revista científica; pero no para un periódico local, que lee gente de todo tipo. En conclusión: sabían mucho de su materia, pero no eran capaces de expresarlo y explicarlo con sencillez, eficacia y capacidad didáctica. Estaban mudos.
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